ARGELIA BRAVO / texto

En la era actual las representaciones de género e identidad se han tornado cada vez más conflictivas. La genitalidad no parece ser un atributo concluyente como instrumento de reconocimiento o distinción sexual de los individuos. Las nociones de feminidad y masculinidad trascienden la cuestión biológica, involucrando aspectos psíquicos y sociales que también configuran la imagen que cada quien se hace de sí mismo y a partir de la cual organiza sus comportamientos. Ese es el problema crucial (y dramático) que confronta Argelia Bravo en los trabajos reunidos en la muestra My identity card o Toronto con chispitas de maní, basándose en una prolongada indagación en torno a la comunidad transgénero en la que aprovecha las técnicas de identificación dactiloscópicas para localizar los signos de la violencia física y simbólica que el “cuerpo social” ha infligido sobre la anatomía de Yhajaira, una transgénero caraqueña que carga en su piel y en sus huesos la impronta del desdén y del maltrato.

Detrás del daño físico se trasluce la fractura moral de una sociedad que rechaza y criminaliza la diferencia. Partiendo de esta premisa, la artista ha construido un exhaustivo archivo de “huellas” y “detalles” de cicatrices producidas por golpes, balazos, quemaduras y planazos, generando una verdadera cartografía forense. Como en los estudios biométricos a partir de los dibujos papilares que se encuentran en los dedos, las cicatrices que ostenta Yhajaira en sus manos, hombros, senos, antebrazos y piernas, han sido registradas y debidamente clasificadas. Entonces, lo que se expone a la vista en estas imágenes son las marcas ominosas del rechazo y la intolerancia. En tal caso, la obra no es más que un pretexto para que el espectador –lupa en mano cual inspector policial- explore las evidencias del caso, acaso uno más entre decenas de situaciones donde el cuerpo de la víctima es el lugar de expiación de una culpa colectiva.

Las “huellas” y “detalles” (explícitamente asépticas) que nos presenta Argelia Bravo en My identity card … fueron impresas con tinta dactilar directamente del cuerpo de Yahaira a manera de sudario, luego procesadas digitalmente y finalmente reproducidas sobre papel giclé. Tras esta meticulosa operación, los fragmentos seleccionados parecen dibujar formas levemente regulares en el vacío. Sin embargo, la engañosa delicadeza de su resolución muestra los surcos, las porosidades y las marcas corporales que configuran el itinerario de una vida traumática.

Cada cicatriz es una historia: el “rolazo” de un policía, la trompada de un cliente, la piedra lanzada por un mojigato, etc. Se advierte aquí una reminiscencia arquetipal con algunos “detalles” del controversial manto sagrado de Turín donde quedara estampada borrosamente la silueta (y no sólo el rostro) de Jesús de Nazaret. Una de las manos del Hijo de Dios exhibe los signos de la crucifixión y en un costado de su torso se percibe el impacto de un objeto punzo cortante. Evidentemente, en el caso de la propuesta de Argelia Bravo las “huellas” que tenemos enfrente no son las del Mesías ni están rodeadas por el misterio de la Pasión. El asunto que obsede su trabajo es aún más terrenal y cercano pues se refiere a una semejante. Lo que está en juego aquí es la pregnacia de la huella como índice de la violencia, así como el estatuto de la imagen y de lo que esta significa en cuanto testimonio crítico.

Caracas, diciembre de 2007

LA QUE SE “ARMÓ” EN EL ANEXO





Por Flavio Suárez Fombona (Critico de arte)

Muy discretamente pero de manera determinante tuvo lugar la apertura de “El anexo”, un espacio expositivo para el arte contemporáneo ubicado en la urbanización San Bernardino de Caracas. Allí se “armó” un serio esfuerzo para el disfrute y la promoción de los lenguajes actuales de carácter crítico. La muestra inaugural de esta galería en ciernes respondió al sugerente título de “Vamos a armar un …” contando con la participación de David Palacios, Juan Carlos Rodríguez y Juan José Olavarria y como artista invitado Eugenio Espinoza. Se presentaron telas, objetos, videos, pintura y dibujos de reciente factura, seleccionados por la Directora del espacio Nancy Farfán.

La que se “armó” en realidad fue una mirada escrutadora en torno a algunos de los emblemas que han configurado la modernidad artística en Venezuela, entre ellos las premisas urbanísticas de Carlos Raúl Villanueva, retomadas por Rodríguez en sus dos telas “Lencería Villanueva”; las fisicromías murales de Carlos Cruz Diez, redimensionadas por Palacios en sus “Infografías”; la arquetipalidad iconográfica de la bandera nacional reconstruida por Olavaria en su serie de cinco tablas, y finalmente la retícula como modelo de racionalización universalizadora del espacio moderno, motivo central del trabajo de Eugenio Espinoza. Cierran el conjunto dos piezas: un video infográfico de Palacios y otro alusivo a la discapacidad física y el ámbito público de Olavarría.

La que se “armó” – decíamos – fue una mirada caleidoscópica sobre el significado colectivo de la quimera moderna y su confianza en el ordenamiento estético del mundo sensible. Con esta iniciativa El Anexo se plantea una ambiciosa divisa, centrada en criterios estéticos y expositivos de gran actualidad y rigor. Así pues, la ocasión es propicia para desearle los mejores resultados.

Septiembre de 2007